jueves, 17 de diciembre de 2015

FUENTES PRIMARIAS Y SECUNDARIAS DE LA HISTORIA


Fuentes primarias
Fuentes secundarias
Son   los   documentos, testimonios   u   objetos   originales   que   le permiten  al  historiador  investigar  directamente  en  ellos,  sin  la  intervención  de  un intermediario ,  pues  se  corre  el  riesgo  de partir  de  una interpretación,  o  segunda  lectura.
Generalmente las  fuentes  primarias pertenecen    al    mismo    período    histórico    que    se    esté investigando.

Son  los  resultados  concretos  de  la  utilización  de  las  fuentes primarias, es decir, libros, ensayos, artículos, biografías, monografías, entre otros.
Este tipo  de  fuentes  no  son  de  poco  valor,  pues  son  el  producto  de  años  de  investigación histórica.
Para  la  mayoría  de  las  personas,  es la  única  posibilidad  que  tienen para conocer sobre temas históricos.



LOS TRES ASPECTOS DE LA UTILIZACIÓN DE FUENTES HISTÓRICAS


Fundamentación
Demostración
Verificación
Se refiere a la fuente histórica de la que parte el investigador.
Es el punto principal de donde surgirá el interés, la idea de conocer y demostrar tal o cual suceso, tradición, comportamiento o idea que se quiera investigar.
Puede ser un documento escrito, un objeto o un testimonio oral.

Es el trayecto que se sigue en la investigación.
Es decir, la correcta interpretación de las fuentes consultadas.
Las aseveraciones que se realicen durante la investigación deben estar sustentadas en la demostración constante.
Durante la investigación no debe salirse de la correcta interpretación de las fuentes.

Una vez concluida la investigación histórica, deberá ponerse a consideración del lector el lugar exacto de donde se obtuvieron las fuentes consultadas, esto permitirá contar con la confiabilidad necesaria y la suficiente certeza de que los resultados son producto de una investigación seria y científica.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

LA NUEVA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA


La Dra. Menciona que si la historia se aprendiera como el estudio de un acontecer social, permitiría que el estudiante se dimensionara en el tiempo presente, valore posibilidades y reconozca lo que hemos sido, qué condiciones habría que crear para permitir otros procesos, ser diferentes o mejores.
 “Enseñar lo socio histórico” resulta sinónimo de enseñar a analizar, a reflexionar, a ser crítico, utilizando como material los movimientos sociales y el devenir histórico de donde emana la realidad que el estudiante vive, para tener conciencia de que él mismo puede ser actor de una posible situación futura.

El alumno la mayoría de las veces no tiene posibilidad de formarse una opinión o adquirir criterios. Por ello se trata pues, de modificar la forma en que se enseña la historia para formar una conciencia histórica que defienda a nuestros jóvenes ante la amenazante globalización y les permita ser actores de ella. Vivir en el mundo actual no significa olvidar las propias raíces.
Debemos de enseñar que la historia es más que los héroes y su legado. “La historia es la construcción de procesos diacrónicos”, y su enseñanza es la transmisión de los cambios que ha tenido la humanidad en todos los aspectos y en distintos lugares.

Partir del enfoque pedagógico constructivista, considerando la enseñanza como un proceso diferente al de aprendizaje, y partir de un problema, problematizar la historia, así el estudiante no sólo aprenderá a pensar históricamente, sino que aprenderá a aprender, principio fundamental del constructivismo y del modelo por competencias.
Porque al alumno, en general, no le gusta la historia, debido a que para él significa un esfuerzo de memorización de cosas que le son insignificantes.

Con esta realidad innegable comencemos a ensayar nuevas actividades, juegos, dramatizaciones y simulaciones, relacionados con el programa.
Entre estas actividades podrían encontrarse la consulta de noticias. La idea es que los alumnos comprendan que un mismo hecho se puede ver desde diferentes perspectivas pero si los datos son diferentes.
También la visita a un museo permite, estar en contacto con un símbolo histórico y dar significado al tema que están trabajando.
Otro ejercicio es la exposición de una serie de fotografías familiares de distintos lugares de México y épocas.
Y por último la biografía que le permite reconstruir su propio pasado, identificar los hitos experimentados, y valorarlos.
Hay que tener en claro que la problematización de la docencia de lo socio histórico, es una responsabilidad compartida entre alumnos y docentes a la hora de construir aprendizajes.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

"LA FORMACIÓN DE UNA CONCIENCIA HISTÓRICA"


Debe quedar claro que la toma de decisiones en la enseñanza de la historia es un asunto estrechamente vinculado con el poder, en la medida en que la conformación de la identidad y la conciencia crítica desembocan, por fuerza, en un horizonte de posibilidades. Frente a ello, desde una perspectiva profundamente humanista se deposita el sentido de la historia, de su enseñanza, en el “actuar con plena conciencia de mí y de mi entorno, entender y asumir los procesos sociales y tomar posición consciente respecto de ellos”. Actitud que se proyecta a la docencia en toda la extensión de la palabra. El reto actual de la enseñanza de la historia consiste en no limitarse al qué y cómo, sino al por qué y para qué.
La enseñanza de la historia, su razón de ser en nuestras actuales sociedades, es leída por Oresta López desde la perspectiva que nos ofrece Edgar Morin a través del paradigma de la complejidad, en general y, más particularmente, de la respuesta que da a la ONU y a la UNESCO, en términos de los Siete saberes necesarios a la educación del futuro. Haciendo un recorrido por los efectos de las recientes reformas que tienen en la enseñanza de la historia, sobre las aportaciones de este cuerpo de saberes a la formación de ciudadanos, como una de las vías privilegiadas para el aprendizaje de la convivencia en la pluralidad y diversidad, pasando por el filtro de la crítica nociones que forman parte de nuestro lenguaje, tales como “unidad nacional”, mestizaje, entre otras, que habrán de ser recreadas desde la mirada que ofrece la historia reflexiva y crítica dirigiéndose a los temas pendientes, a los actores olvidados, silenciados, discriminados.
La historia a través de las recientes reformas educativas, la de 1992 y la de 2004, enfocadas en el terreno de la contienda, a donde dirige nuestra mirada Adelina Arredondo, donde convergen diversos actores: “Conflicto multifacético entre SEP, SNTE, gobierno federal y gobiernos estatales, partidos políticos, grupos de historiadores, académicos y no académicos e, incluso, religiosos”. Entre ambos eventos señala el desplazamiento del eje de preocupaciones y debates, de los noventa, centrado en los contenidos y métodos, hacia las discusiones en torno al tiempo destinado a su estudio, su lugar en el currículo, con lo cual pareciera que hoy se está tocando fondo en el asunto al llegar a plantearse, desde una perspectiva pragmática y utilitarista, la pertinencia o no de su enseñanza.
Desde la experiencia de la formación de educadores que trabajan con poblaciones indígenas, Amalia Nivón se plantea cuál puede ser la historia pertinente para estos grupos, su razón de ser en la perspectiva de los programas de educación intercultural bilingüe, lo que la conduce a incursionar en las articulaciones entre memoria histórica de las minorías étnicas y conocimiento histórico, planteándose contenidos y dispositivos para que estas poblaciones se sientan integradas en la perspectiva de lo nacional a través del conocimiento de la historia local de sus comunidades y la comprensión del papel que han desempeñado como sujetos históricos.
La transculturalidad de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, que les hace mantener vivas las tradiciones, la cultura, las costumbres, de su país de origen, Lucía Martínez busca explicaciones en libros de texto, de inicios del siglo XX cuyas imágenes remiten a la pérdida del territorio nacional y generan una actitud de resentimiento sobre los invasores, y otros materiales didácticos relativamente recientes, de 1989, empleados con las poblaciones de jornaleros migrantes en los que se introducen, además de las imágenes, otros contenidos históricos, costumbres y rituales propios de nuestra cultura, tales como las fiestas que fortalecen el vínculo con la cultura mexicana en quienes se desplazan por tierras estadounidenses en busca de trabajo y de otras condiciones de vida.
Nos queda claro que el camino está siempre en construcción, en la búsqueda de formas viables que hagan realidad el reclamo de Pierre Vilar, a tono con los constructivismos, para “el pensar históricamente”, hoy, nuestros sinsabores, nuestros destinos, nuestros sueños colectivos, en la cabal conciencia y compromiso de nuestra condición de sujetos históricos.
Galván Lafarga, Luz Elena (coord.) (2006). La formación de una conciencia histórica.
Enseñanza de la historia en México, México: Academia Mexicana de la Historia.