El
artículo menciona que Felipe Carrillo Puerto durante su administración como
gobernador de Yucatán, tuvo que enfrentarse a la difícil situación económica
por la que atravesaba el estado, a causa de la disminución de la producción
henequenera que inició desde 1917. Sin embargo, gracias a una buena política
financiera, en 1923 se lograron alzas y la producción alcanzó 750 981 pacas,
cantidad cercana al inició de su explotación.
Durante 1921, se entregaron tierras abiertas al
cultivo del henequén. Al año siguiente ya siendo gobernador se entregaron 30
mil hectáreas con carácter definitivo.
Como
la constitución de la República fijaba que solo podrían entregarse tierras a
los habitantes de los pueblos, quedando en consecuencia excluidas las ciudades
y villas, Carrillo expidió un decreto dándoles categoría de pueblos a ciudades
y villas del estado.
En
materia educativa impulsó la creación de la escuela racionalista y, en materia
de enseñanza superior, creó la Universidad Nacional del Sureste.
También
fue el iniciador de la obra constructora de carreteras pavimentadas que unieron
a algunas poblaciones foráneas con Mérida. Así con el objeto de facilitar a los
campesinos el conocimiento de los grandiosos centros ceremoniales que
construyeron sus antepasados y para el fomento del turismo.
La
labor legislativa fue muy importante. La sola mención de los proyectos de leyes
enviados a la legislatura para su discusión, y en su caso, aprobación, da una
idea de su importancia: la de inquilinato, la de moratoria, la de hacienda, la
de la Escuela Racionalista, la del divorcio, la de la expropiación de tierras
de interés social, la de caminos públicos, entre otros.
La política que siguió Carrillo Puerto en
materia de restitución de ejidos a los pueblos, constituyó un motivo de
contrariedad para los hacendados.
Para
localizar los ejidos invadidos fue necesario abrir brechas y aún calles en
terrenos que los hacendados tenían como suyos y en los que había sembrado
henequén. Para impedir lo anterior, numerosos propietarios pidieron amparo a la
justicia federal, la que falló a su favor, ordenando que los terrenos con
henequén quedaran excluidos de expropiación para la dotación de ejidos. Este
fue un duro golpe para la política de agraria de Felipe Carrillo Puerto.