jueves, 19 de noviembre de 2015

REMINISCENCIAS DE LA HISTORIA

Historia de Nueva España

Escrita por el conquistador Hernán Cortés y aumentada con otros documentos y notas por el ilustrísimo arzobispo señor Francisco Antonio Lorenzana; se reproducen la segunda, tercera y cuarta Cartas de Relación que Cortés mandó a Carlos V, e integra un manuscrito titulado Cordillera de los pueblos, que antes de la conquista pagaban tributo a el emperador Muctezuma, y en especie, y en cantidad, con explicación en castellano de cada uno de sus jeroglíficos.

Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón fue un religioso español de personalidad muy controversial, considerado humanista e historiador por el interés que mostró hacia la cultura novohispana. Nació en León el 22 de septiembre de 1722.

Su trayectoria eclesiástica la inició en 1765 como arzobispo de Plascencia (Cáceres), en 1766 fue promovido para ocupar una arquidiócesis más importante lejos de su país de origen, pero que muy pronto adoptaría como segunda patria. El 14 de abril de 1766 asumió el cargo de arzobispo en todo el territorio de la Nueva España.

Admirador devoto de la historia de México, inició una colección de piezas arqueológicas de diversas etnias, tiempo después se convirtió en su famoso "Gabinete de las Maravillas"; patrocinó excavaciones arqueológicas y proyectos de ingeniería y urbanismo.

Su gestión concluyó el 27 de enero de 1772, al ser promovido a la arquidiócesis de Toledo. Antes de morir –en Roma, 1804– dispuso que sus bienes económicos fueran utilizados para los pobres, y que sus restos humanos fueran llevados a la muy noble ciudad de México; mandato cumplido hasta 1956, siendo trasladados a la cripta de la Catedral metropolitana. La biblioteca del cardenal está custodiada en la biblioteca de Castilla-La Mancha, en España, bajo el nombre de Colección Borbón-Lorenzana, reconocida a nivel mundial como fondo de alto valor bibliográfico e histórico. Contiene manuscritos, incunables, más de 100, 000 libros impresos en los siglos XVI-XIX y el "Gabinete de las Maravillas".

El Archivo General de la Nación cuenta con un ejemplar de Historia de Nueva España, donado por la "Doña", María Félix (incorporado el 6 de julio de 1995). 

REMINISCENCIAS DE LA HISTORIA

México viejo y anecdótico

 
 
Obra histórica que recorre los cuadros costumbristas del México colonial, escrita por Luis González Obregón; escritor, historiador, bibliotecario, cronista vitalicio de la ciudad de México y general de brigada durante la Revolución mexicana.

González Obregón estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, recibió clases de Ignacio Manuel Altamirano, de quien aprendió la pasión y el arte de recrear la historia como si fuera un viaje interminable de cuentos y leyendas, que nos llevan de los hechos verídicos hacia la cotidianidad. En 1885, al lado de otros grandes intelectuales, fundó el Liceo Mexicano Científico y Literario que subsistió hasta 1894; colaboró en el Museo Nacional de Antropología. En 1911 se le encargó la Comisión Reorganizadora del Archivo General de la Nación; más tarde, asumió la dirección del AGN hasta 1917. Asimismo, ingresó como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Academia Mexicana de la Historia, presidió esta última de 1919 a 1922. Antes de fallecer –el 19 de junio de 1938, en la ciudad de México– una ceguera le impidió seguir escribiendo sobre la vida costumbrista y anecdótica del México virreinal.

El fondo bibliográfico del gran escritor, custodiado en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, está conformado por más de 10 mil volúmenes; sobresalen 500 obras con dedicatorias autógrafas de otros intelectuales, señal inequívoca de que fue amigo de sus pares.

El ejemplar de México viejo y anecdótico, es invaluable porque ostenta una dedicatoria autógrafa del autor para el médico Ricardo César Margáin, y por acompañarse de un "testigo": un recorte de periódico que habla de la venta de Palacio Nacional hace ya algunos siglos, pertenece al Fondo Bibliográfico "Arquitecto Carlos Lazo Barreiro" y es un buen ejemplo para hablar de la majestuosa facilidad que tuvo "Ronzalitos" –como cariñosamente le llamaban sus allegados– de indagar en las fuentes documentales hasta "hallar" el hecho histórico.

REVOLUCIÓN


 


Tratados de Ciudad Juárez

 Después de los continuos enfrentamientos entre las fuerzas armadas federales y las revolucionarias, y las pláticas entre Porfirio Díaz y Francisco I. Madero para pactar un cese al fuego, los miembros del Partido Antirreeleccionista se reunieron en el campamento del ejército libertador, en los márgenes del río Bravo para discutir un acuerdo de paz nacional. En esa asamblea se convino la renuncia de Ramón Corral a la vicepresidencia del país, el nombramiento de varios gobernadores provisionales en 14 estados, así como el retiro de las fuerzas federales de Sonora, Chihuahua y Coahuila.

Posteriormente, el 21 de mayo de 1911, en Ciudad Juárez, Chihuahua, se reunió Francisco S. Carvajal, representante del gobierno de Díaz, con Madero, Francisco Vázquez Gómez y José María Pino Suárez para acordar: la renuncia de Porfirio Díaz como presidente y de Ramón Corral como vice-presidente del país.
El interinato al frente del Poder Ejecutivo que por ley le correspondía a Francisco León de la Barra, quien debía convocar a elecciones presidenciales.

Se tomaría en cuenta la participación ciudadana de acuerdo con las necesidades de cada estado, y se harían las indemnizaciones necesarias por los prejuicios causados por la Revolución.
En el convenio se decretó el cese de las hostilidades en todo el territorio nacional, así como la reconstrucción de las vías férreas y telegráficas dañadas.
Siete días después de que se firmaron los tratados, Porfirio Díaz renunció a la presidencia por medio de un manifiesto a la nación.

REVOLUCIÓN

La patria y siempre la patria 


 
 
La causa antirreeleccionista motivó a los ciudadanos que deseaban un cambio en la dirección del país. Como parte de su política, Francisco I. Madero permitió a las mujeres externar sus opiniones, ser más libres y participativas. En respuesta, recibió el apoyo de las agrupaciones femeniles que surgieron entonces bajo la premisa de que era necesario abandonar la idea de la inferioridad, para que la mujer pudiera “ser útil a sí misma, a la familia y a la sociedad”, según publicó el periódico maderista la Nueva Era, el 11 de enero de 1911.

Un testimonio palpable de la capacidad de organización que desarrollaron las mujeres de esa época fue el Club Femenil Antirreeleccionista “Hijas de la Revolución” que hizo pública su postura favorable al presidente Madero, por medio del manifiesto “La patria y siempre la patria”, dirigido al pueblo mexicano.

El documento comienza haciendo un resumen de los atropellos que se habían vivido durante 36 años bajo la dictadura de Porfirio Díaz. Luego subraya el valor de Madero al enfrentarse a las fuerzas militares de Díaz y defender la Carta Magna de tantas transgresiones que el régimen dictatorial había cometido. En seguida, el manifiesto coloca a los mexicanos como testigos de la campaña electoral de 1910 y el triunfo maderista que debió ser exigido con las armas en las manos, para defender al “primer presidente constitucional electo en sufragio popular”. Las autodenominadas “Hijas de la Revolución” expresan su descontento por las pretensiones de algunos traidores de derrocar a Madero bajo el pretexto de que “no sabía gobernar”.
El manifiesto señala que el general Pascual Orozco “ha arrojado sus laureles al lodo” al convocar a la rebelión contra Madero. También descalifica la actitud pasiva de Francisco Vázquez Gómez, quien después de ser propuesto como candidato a la vicepresidencia del Partido Antirreeleccionista, da la espalda y “espera que se maten y le conquisten el puesto sin peligro para él”.

El Club Femenil Antirreeleccionista resalta la necesidad de que permitan a Madero tomar las riendas del gobierno para organizar al país que, hundido en la pobreza y la rebelión, se ve confundido por tanto caudillismo que pretende quedar en el poder para puro beneficio propio, ya que no luchan por ideales sino por ambición. Por último, las integrantes del club hacen un llamado al pueblo mexicano en nombre de “la patria agonizante” para sostener la bandera de la ley, y luchar sin armas en defensa de la Constitución de 1857. Su propuesta es evitar la violencia convocando a la unión y el civismo. El manifiesto fue firmado el 7 de marzo de 1912.

INDEPENDENCIA



Tregua por las pascuas navideñas 

En la Nueva España, los evangelizadores buscaron aprovechar puntos de contacto que facilitaran la conversión de los indígenas. La piñata, el nacimiento, las posadas, los reyes magos, las pastorelas, la cena de navidad y los villancicos son algunas de las costumbres que se arraigaron durante el periodo colonial. Aunque tales prácticas pertenecen a la tradición cristiana, adoptaron rasgos y elementos indígenas que permanecen hasta nuestros días.

Durante la lucha por la Independencia las celebraciones navideñas no se interrumpieron, incluso, se sabe que las hostilidades solían suspenderse; se permitían las felicitaciones y obsequios al virrey, las misas y los festejos acostumbrados la segunda quincena de diciembre.

Entre la documentación resguardada en el AGN está una solicitud presentada en 1807 por Pedro Ygnacio Guerra, vecino de Querétaro, para que se le concediera una licencia de representar seis comedias en los días de la pascua navideña; también hay una consulta hecha en diciembre de 1816 por el capellán primero del convento de religiosas de San Bernardo, Francisco Benedito, sobre reformas a la misa de la noche de navidad, debido a que en el convento donde él se encuentra, la misa que debe comenzarse a las doce de la noche se inicia más tarde; existe además un informe que en 1820 envió el Ayuntamiento de Alfaxayucan sobre la realización de una corrida de toros y una tapada de gallos para festejar las tradiciones decembrinas de la cristiandad.

INDEPENDENCIA

Miguel Hidalgo 1753–1811 

 

Nació en la hacienda de Corralejo, en Pénjamo, Guanajuato, el 8 de mayo de 1753. En Valladolid (hoy Morelia) estudió en el Colegio de San Nicolás Obispo, del cual llegó a ser catedrático y rector, después de obtener el grado de bachiller. En 1792 se ordenó como sacerdote, ejerciendo su ministerio en el curato de Dolores. Su pensamiento liberal lo llevó a unirse al grupo de insurgentes que conspiraban en Querétaro en favor de la independencia de México.

En sus reuniones, los independentistas planeaban que el movimiento armado se iniciara en octubre, de 1810, pero descubierta la conspiración y detenidos varios de los involucrados, doña Josefa Ortiz de Domínguez informó de esto a Allende e Hidalgo por lo que se decidió efectuar el levantamiento en el acto y así, al amanecer del 16 de septiembre de 1810, los vecinos del pueblo de Dolores: alfareros, carpinteros, herreros y campesinos, acudieron al llamado del padre Miguel Hidalgo y Costilla, al lado de Aldama, Allende y Abasolo para iniciar la lucha por la independencia.

En poco menos de dos semanas el combate fue favorable: el ejército insurgente obtuvo plazas como Atotonilco, San Miguel el Grande (hoy de Allende), Salamanca, Irapuato y Silao.

Al llegar a Guanajuato, los españoles, junto con sus familias, se refugiaron en la alhóndiga de Granaditas, convertida en fortaleza, donde el 28 de septiembre, después de una sangrienta lucha, los insurgentes derrotaran a los españoles y obtuvieron la ciudad. Posteriormente, don Miguel Hidalgo se dirigió a Valladolid, lugar en el que publicó un decreto aboliendo la esclavitud en la Nueva España. 

El 30 de octubre de 1810, rumbo a la ciudad de México, Hidalgo y su ejército derrotaron al brigadier Torcuato Trujillo en el monte de las Cruces. La toma de la capital era inminente, pero Hidalgo ordenó la retirada de sus tropas. En su paso por Guadalajara, el 26 de diciembre, Miguel Hidalgo estableció un gobierno con él como dirigente y dos ministerios, además publicó varios bandos y proclamas en el periódico insurgente: El Despertador Americano.

En Puente de Calderón, los realistas, al mando del general Félix Calleja, derrotaron a Hidalgo y a su gente, obligándolo a huir a Aguascalientes y seguir luego a Zacatecas.
El 21 de marzo de 1811, al llegar a Acatita de Baján, Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron traicionados por Ignacio Elizondo. Capturados, fueron trasladados a Chihuahua; Hidalgo fue enjuiciado, degradado y ejecutado el 29 de julio de ese mismo año. 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

¡BIENVENIDOS!

-La historia es nuestra y la hacen los pueblos. 

                                    Salvador Allende